"Dichosa
edad, y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas
mías, dignas de entallarse en bronce, esculpirse en mármoles y
pintarse en tablas para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio lector,
quien quiera que seas, a quien ha de tocar el ser cronista de esta
peregrina historia! Ruégote que no te olvides de mi buen
Thundernante compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras.
"¡Oh, mi amada Dulcilicia, señora de este cautivo corazón!
Mucho agravio me habedes fecho en quedose en Granada con el riguroso
afincamiento de no poder estar ante la vuestra fermosura. Plégaos,
señora, de membraros de este vuestro sujeto corazón, que tantas
cuitas por vuestro amor padece.
Y
mientras esa espera se hace, hoy a Artevid hemos viajado, yo y unos
pocos amigos, mas la reina.Llegando a Torrene vió no lejos del
camino llegando a la tienda Artevid (que a él le parecía castillo),
y a poco trecho de ella detuvo las riendas a Thundernante ,
que
fue como si viera una estrella, que a los portales, si no a los
alcázares de su redención, le encaminaba y como a este aventurero
todo cuanto pensaba, veía o imaginaba, le parecía ser hecho y pasar
al modo de lo que había leído, luego que vió la venta se le
representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de
luciente plata, con todos aquellos adherentes que semejantes
castillos se pintan
Dióse priesa en acelerar, y llegó a ella a tiempo para ver en la puerta a Maese Carlos, preparando la mesa donde un suculento almuerzo degustariamos.
Al
llegar lo primero es saludar a el buen amigo Carlos que sorprendido
me miraba, ¡¡ normal !! El lenguaje no entendido y el mal talle
de este caballero, acrecentaba en el la sopresa y en a aquel punto
saliera el ventero, Antonio hombre muy pacífico, el cual, viendo
aquella figura contrahecha, armada de armas tan desiguales, como era
verlo asi, acostumbrado a verlo de repartidor, no se corto en nada en
acompañar la sorpresa de Carlos, en las muestras de su contento;
mas, en efecto, temiendo la máquina de tantos pertrechos, determinó
de hablarle comedidamente, y así le dijo: si vuestra merced, señor
caballero andante, busca posada, y buen almuerzo , a buen sitio a
llegado todo lo demás se hallará en ella en mucha abundancia
Viendo
Don Lorenzo Andante la humildad del alcaide de la fortaleza (que tal
le pareció a él el ventero y la venta), respondió: para mí, señor
castellano, cualquiera cosa basta, porque mis arreos son las armas,
mi descanso el pelear, pero aquí hemos venido a concoer este
castillo y apresentarle futuros negocios junto a estos buenos amig@s
que me acompañan. La reina y su consuerte, estan para ratificar mis
palabras, Enrique, es el autor que dara fe de esta aventura, Alberto
es aquel que todo escudero antes de ser caballero quisiera estar
junto a el. Y es el que por nosotros se desvive, y a Molina,.... D.
Juan Molina, es el que hasta aquí a llegado, inducido por mi para
que hableis de negocios
Un reportaje corto en fotos, pero intenso en conocer un poco mas a mis amig@s, en un sitio tan agradable como Artevid.
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